Cultura audiovisual y Gran Canaria (7). Tecnología y comunicación

La dicotomía entre cineastas de vanguardia y artistas que hacen cine son dos expresiones, a veces paralelas, de creación audiovisual. Se caracterizan por la utilización del espacio proyectivo de la sala de cine, la caja negra (black box) o el de la galería, el cubo blanco (white cube). Hay una rica gama de grises. En ese amplio espectro, el tratamiento de las imágenes y las intenciones formales se suman a la tecnología, que reclama protagonismo.

Canariasmediafest del año 2000 abordó el fin de siglo tratando de hacer un examen y resumen de cómo la tecnología estaba influyendo en nuestra cultura audiovisual. Fue dirigido por Emili Prado. La consejera de Cultura era Inés Jiménez (hoy en Nueva Canarias), en su presentación del certamen decía: “Estamos cambiando nuestra relación con el tiempo y el espacio, creando nuevos conceptos de globalidad y de inmediatez que afectan a nuestra vida cotidiana, a través del acceso a las redes y a través de la capacidad de utilizar y generar información en ellas. Tenemos más recursos para evitar un mundo de dos velocidades y conseguir que en este nuevo ámbito de relaciones la solidaridad, la creatividad y la cultura sean valores fundamentales y compartidos”.

Se celebró el Seminario Tecnología y Comunicación: una Odisea del Futuro, con Enrique Bustamante, Armand Mattelart, Rosa Franquet, Michèle Mattelart, Montxo Algora y Javier Echeverría. Se exhibió Fabricators: Tracking The Net una instalación de realidad virtual interactiva y colectiva de Franz Fischnaller, en el Centro Insular de Cultura. También MIF-Science, en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología y la selección del Prix MÖbius y Art Futura, presentando obras del año 99 y un adelanto del 2000. Colaboró el Colectivo Protone con una muestra de música electrónica y el cine al aire libre estuvo dedicado a homenajear la trayectoria del cineasta español Javier Aguirre, que acudió, junto con su mujer la actriz Esperanza Roy, para presentar varios de sus films experimentales.

Según Chrissie Iles, conservador del Museo Whitney y comisario de la muestra “Into the Light: The projected Image in American Art 1964-1977”, la diferenciación entre “cine experimental”, en la tradición del cine de vanguardia, y “cine de museo”, en la tradición de los artistas contemporáneos, en ocasiones es difusa, comenta: “Creo que la relación entre el cine y el arte es un affaire unidireccional. Los artistas aman el cine, pero el mundo del cine es, en gran parte, indiferente a ese amor. De hecho, a menudo les irrita- y lo ridiculizan- porque hacer cine es esencialmente un oficio”.

Jonathan Walley apunta: “…el espacio escultórico del cine de artistas está en contra de la bidimensionalidad de la sala de cine; el espectador móvil de la galería se diferencia de los espectadores sentados del cine; el espacio de la galería permite la libertad de elección y movimiento y los espectadores pueden ir y venir cuando quieran, mientras la proyección del cine limita la experiencia temporal y espacial del espectador.”

Siguiendo a David Bordwell, Walley clarifica la cuestión: “Un modo de práctica fílmica, incluye el contexto histórico, institucional y además discursivo, constituido por las normas de producción, distribución, exhibición y recepción del film. Estas cuatro categorías se superponen y conforman la una a la otra. Por ejemplo, los objetivos de producción de los artistas conforman la recepción crítica, que influencia a su vez a las ideas estéticas que inspiran a los artistas. Cambios en la tecnología y el contexto de la exhibición donde se muestran las obras afectan a la producción artística y también a la recepción crítica…basta con decir que el concepto de modo de práctica fílmica proporciona un modelo general que caracteriza y diferencia el contexto en que los medios cinemáticos han sido empleados, transformados, divulgados e interpretados.”

De tal manera que, aunque el cine experimental, el cine de museo y la videocreación, puedan compartir temas e inquietudes estéticas o personales son modos de práctica filmica diferentes.

Volviendo al tema del Festival, Armand Mattelart, a contracorriente, veía así la situación: “A finales del presente siglo, la creación de escenarios futuristas se ha profesionalizado. Se considera que la elaboración de discursos seductores resulta mucho más estratégica que las “arterias globales” que no han pasado del estado virtual. Solo los efectos de la publicidad mediática pueden hacer creer que los medios para vencer la “centralidad”, la “territorialidad” y la “materialidad” ya gobiernan el planeta y han borrado de su superficie a las naciones-estado, las ideologías y las clases sociales. Al menos esa es la idea con la que nos bombardean best sellers como Ser digital del catedrático del MIT N. Negroponte, o Camino al futuro, de Bill Gates. Extraña alquimia comercial de cinismo, ingenuidad y amnesia.”

(continuará)

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