El río que no cesa

Hay muchas películas que homenajean al propio cine, que lo utilizan como excusa, que lo cuestionan o tratan de buscar sus esencias. Algunas se preguntan por sus límites o ironizan sobre sus propósitos, caminan a veces por el filo de la realidad y la ficción. De tal manera que podemos hacer, dentro de esa autoreflexión temática del cine como protagonista o contexto de la historia, una clasificación amplia: históricas, de rodaje, autoreflexivas, biopics, etc. etc. A bote pronto recuerdo algunas muy diferentes que me gustan Sunset Bulevar (Billy Wilder, 1950), Fellini, ocho y medio (F. Fellini, 1963), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), Vivir rodando (Tom Dicillo, 1995), La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998), Ed Wood (Tim Burton, 1994), El estado de las cosas (Wim Wenders, 1982).

Recientemente he visto como Babylon (Damien Chazelle, 2022) interpreta, en clave posmoderna, la atmósfera de los años veinte en Hollywood. Utiliza personajes clásicos (la artista que quiere triunfar, la estrella en decadencia, etc., que ya utilizó en La, la land). Me recordó a Moulin Rouge (Baz Lurhmann, 2001). Un viaje sensorial para disfrute del espectador, con un comienzo y final de antología. Sin embargo, Hollywood, los Oscar, le han dado la espalda, solo tres nominaciones, vestuario, música y diseño de producción.

Me pregunto si es un problema de transgresión y porqué La La land (Damien Chazelle, 2016) es acogida con alborozo (demasiado quizás) mientras se menosprecia Babylon… Lo cuenta de forma magistral en Fotogramas JAIME LORITE, aquí 

Este texto podría ir solo de magníficas películas que nunca han tenido Oscar, otro texto y otro film más, porque  hay mucho que decir

Los Oscar, al fin y al cabo, marcan un canon. Cada director/a tiene su canon, suele suceder que lo manifiesten en algunos de sus films, sucedía con los besos de Cinema Paradiso y sucede en Babylon, con un resumen final brillante, con un tono de abstracción y barroquismo visual que impresiona.

Ciclo de cine en el Centro Insular de Cultura de Las Palmas de GC (1996)

La referencia, el canon, la relación de títulos que constituyen las obras que consideramos excelentes o memorables, o que creemos tener la responsabilidad de compartir y transmitir, es polémica. Depende no solo de diversas subjetividades sino también del tiempo y su contexto.

Hace poco leía un artículo del crítico Claudio Utrera que titulaba: La encuesta de la discordia, con un subtítulo explicativo “Clásicos venerados como ‘Ciudadano Kane’ o ‘Casablanca’ ya no son tan favoritos para los expertos, según el sondeo de la mítica (revista) ‘Sight & Sound’”.

En 1996, celebrando el centenario del cine, hicimos un ciclo en el CIC (Centro Insular de Cultura) de Las Palmas de G.C. llamado Cine a cien. Tuve la oportunidad de establecer y compartir mi propio canon de la historia del cine, muy académico (limitado claro por las posibilidades de distribución de los films, en 35mm y alguno en 16mm, las pueden ver en el cartel). La mayoría de las películas incluidas las repetiría hoy, sin embargo, otras las cambiaría y no me sorprendo por ello.

Me desconcierta la gente que afirma que repetiría todo lo que ha hecho o que nunca ha cambiado de opinión. Quiere decir que no evoluciona o descubre. Nunca nos bañamos en el mismo río.

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