Notas de urbanidad para polític@s (y jefaturas administrativas) (2)

La administración posfranquista era rígida y poco manejable. A partir de la Transición, a finales de los setenta, hubo una recuperación democrática de la esclerótica administración, celosa de sus privilegios. La batalla política fue larga, los gobiernos sucesivos han intentado “modernizarla”. Sin embargo, hoy tenemos administraciones politizadas y en gran medida desmotivadas, además de envejecidas por la ausencia de renovación en los últimos años. En los organismos de Cultura no es diferente.

L@s polític@s intentan nombrar a las Jefaturas de Servicio para facilitar la gestión y evitar pugnas de poder. Al principio de la legislatura suele ser mayor la fortaleza del político, que habitualmente pretende resolver mediante el nombramiento de asesores, empresas y diversa fontanería. Los cuerpos técnicos, en general, han perdido voz y capacidad de gestión, algunos con el síndrome del quemado y otros acomodados a lo que les manden. El estilo de dirección de ambas, la jefatura política y la administrativa, marcará la calidad de la gestión y la posibilidad de participación e innovación del colectivo de trabajadores. Es obvio que la maquinaria renquea.

Necesitamos establecer límites, un marco técnico de gestión, tanto en la actuación de unos como de otros. Cositas de andar por casa, por ejemplo, comunicación interna eficaz, reuniones con actas, documentos compartidos, bases de datos accesibles, planes estratégicos, escucha activa y participación de los trabajadores, técnicas básicas de motivación, aliento de la innovación. La cosa no es tan rara.

En el caso del Cabildo de Gran Canaria el propio ROGA, Reglamento Orgánico de funcionamiento indica en su art. 51 que las Jefaturas de Servicio deben “Establecer los objetivos operativos del Servicio y elaborar un catálogo de indicadores de gestión para comprobar su grado de cumplimiento e identificar áreas de mejora, haciendo partícipes a todos los empleados del cumplimiento de dichos objetivos, así como del establecimiento de una cultura de mejora continua de los servicios prestados.” Cada día las Jefaturas deberían plantearse si lo están cumpliendo o los indicadores se han convertido en un trámite más de su burocracia.

Es decir, son buenas palabras y propósitos que no se traducen en exigencias reales para los que desempeñan dichos puestos. Por eso amig@ polític@ una primera sugerencia, previa a las normas de urbanidad: forme usted en tareas de gestión a las Jefaturas de Servicio desde que llegue, como tarea obligatoria. Y paralelamente, modifique el ROGA para que ese conocimiento adquirido en tareas de gestión (tan simplonas como las señaladas anteriormente) se aplique y se pueda verificar y evaluar. Sea usted de izquierdas o de derechas, puede ser una acción revolucionaria.

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